Se adiestró en
la ira
el odio y la estrategia
artera.
siempre creí que
al final se le pasaría
que estaba atolondrada de
tanto concepto erróneo y malos
consejos.
siempre creí se le
pasaría.
escuché las acusaciones contra mí
a sabiendas de que algunas eran ciertas
pero desde luego no
lo bastante importantes
para convertirse en blanco de
violencia, envidia, venganza.
creía que sin duda se le
pasaría.
no monté ninguna
defensa
pensando que la razón
pausada
nos salvaría
a los dos
pero su determinación
se reafirmó;
incluso entonces
lo tomé por energía
testaruda y un exceso de
entusiasmo
pero en cuanto cedía terreno,
se me cogía más
terreno.
señor, pensé, no es más que simple
violencia.
así que saqué mi caballo del establo
al trote,
afilé los cuchillos y
lancé un
contraataque.
por fin había dado con
un oponente tan bueno como cabía
encontrar.
su determinación exigía su propia
destrucción.
había encontrado la horma
de su zapato.
monté en mi corcel
con la espada en alto
listo hasta para el sol.
siempre había pedido guerra,
le concedería su deseo,
maldito sea el amor ahora,
como maldito fue cuando
llegó en un principio.
mi reticencia
desaparecería
para siempre
y la sangre
manaría
la suya y la mía
tal como quería ella.
Charles Bukowski
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