Tú no ves, con tus ojitos de botón,
que yo podría volarte la cabeza;
tú no escuchas,
con tus orejas de corcho,
la música que engendra mi saliva.
Tú no sientes,
con tu corazón de hormiga,
que mi corazón,
es de carne molida por tu culpa.
Y cada vez que me golpeas
ni te fijas
que los moretones
pintan un hermoso lienzo
en mi piel blanca
abandonada.
Y yo no entiendo,
como tú
con esos ojitos de botón,
tus orejas de corcho,
el corazón de licuadora
y tu lengua de alfiletero,
puedes tenerme así:
Empolvada y rota,
hecha jirones debajo de la cama,
con las piernas abiertas
y el vestido levantado,
la piel de porcelana y los labios de papel,
toda enamorada
chorreándome
las ganas en las bragas.
Y yo no entiendo por qué admito
que me tengas así,
si yo podría volarte la cabeza....
Jessica Freudenthal (Bolivia, 1978)