TRADUCTOR

domingo, 1 de junio de 2014

EL AMOR, LA CASA Y LOS OBJETOS




El amor mantiene ligados los objetos.
Cada uno en su luz, 
en su restricto o voluminoso 
                                            modo de ser.


El amor, y solo el amor, edifica 
paredes dobles, vigas maestras, tragaluces, 
conductos y puertas, sumando 
a la luz íntima el sol externo.


Cuando hay amor, los objetos 
se tornan suaves. No hay asperezas 
en sus formas y frases.


Como un gato, el cuerpo 
pasea entre aristas y no se hiere.
Nada le es hostil.
Nada es obstáculo. 
Nada está perdido 
en el trajín de la casa.


Es como si el cuerpo, más allá de frutas y flores, 
aún inmóvil, creara alas.


De ahí cierta displicencia de los objetos 
                                                             en la mesa 
                                                  en el estante 
                                                               en el piso 
como cuerpos tendidos en los tapetes 
                                                              o en la cama, 
pues es ésta la forma de permanecer
cuando se ama.
Lo que no sea así, no es amor.
Es orden exterior a las cosas.


Pues cuando amamos, los objetos nos miran 
sin envidia. Por el contrario, secretas glorias 
afloran de sus formas 
como del cuerpo afloran los labios 
y en la poltrona el pelo de su fauna aflora.


Las casas tienen raíces 
                                   cuando hay amor.
Aun ratones, cucarachas y caballos, 
amén de plantas y pájaros 
emiten vibraciones en los subterráneos 
de la casa de quien ama.


El cuerpo rezuma aromas luego del baño, 
almizcle fluye de los sexos, lavanda 
baña los gestos. Enrollados en sus toallas 
los cuerpos como olas 
se deshacen en orgasmos en la sábana de la tarde.


Los objetos entienden a los hombres, cuando hay amor.
Van a las fiestas y a las guerras, y si acaso 
se suicidan cayendo de los anaqueles 
son capaces de ostentar su vida 
aun como naturalezas muertas.


El amor no somete, el amor arraiga 
cada cosa en su lugar y, como el Sol, 
pasea iluminando las espirales de oro y plata 
que adornan nuestros cuerpos.


No hay límite entre la casa y el mundo, cuando hay amor.
Los amantes invaden todo a toda hora 
y el paisaje del mundo al paisaje de la casa 
se incorpora.







Affonso Romano de Sant'Anna (Belo Horizonte, Brasil, 1937)
Traducción de John Casanova

No hay comentarios: