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martes, 14 de julio de 2009

ENTREGA


Iré a tus manos, limpia, indemne, sin memoria,

renacida de ti y ajena a lo tuyo,

iré a tus manos casta,

desnuda de tus besos.


Sentirás al ceñirme que una rosa de nieve

insinúa en tus palmas su gélida caricia.

Seré para tu cuerpo el lino apaciguante

que sana y que perdona.


Deja que vaya en ti más allá de lo mío,

que abandone mi ser por la gloria del tuyo!

¡Aunque me huyas siempre,

iré a tus manos, muerta!

3 comentarios:

Lunhe dijo...

Me encanto el poema, provoco a mis emociones. Saludos.

Fernanda Hoffman dijo...

Lunhe: Bienvenida Lunhe!! también provocó las mias..

Besote.

Violeta dijo...

me sobrecogió este poema tuyo..ojalá el final fuese distinto y las manos estuvieran vivas...me gustó mucho como lo escribes...buenas noches navegante.